jueves, 19 de noviembre de 2015

lo que yo soy.

Soy tormenta y a veces calma,
soy fuego y ave,
pero también raíz profunda.
soy la ola del mar abierto:
espumosa, impredecible, salvaje, divertida,
y también calma para quien sabe sumergirse en mis profundidades.

Soy pies descalzos en la arena,
Soy el sol que acaricia en la mejilla,
Soy la carcajada en medio de una noche rodeada de amigos y amigas,
y, también soy lágrima solitaria en un día veintiocho.

Soy filosofía en una banqueta,
catadora de poemas.
Fanática de Rosario Castellanos,
admiradora de Sabines,
Incomprensible de los amorosos.

Soy hermana y ejemplo,
soy hija, prima, sobrina, nieta, y hasta tía.

Soy dadora de consejos al prójimo,
pero incapaz de aconsejarme.

Soy un beso a la mitad de la noche,
cuya interpretación es nunca te vayas.
Soy el recuerdo de la suavidad de mi gata:
El  jengibre que más he amado,
la colita más preciada;
el cariño más tierno.

Soy guerrillera de mis propias batallas,
psicoanalista de mis oscuridades,
cuestionadora hasta en la ducha.
Adicta a la buena ortografía.

Soy fumadora de los peores tabacos,
desayunadora de ensaladas,
cazadora de ofertas en vinos.

Soy el placer de una espalda estirándose,
Soy cocinera de lunes a viernes
de cuatro a cinco de la tarde. 
A veces soy una risa constante, 
combinada con periodos de lágrima viva.

Soy una canción en la carretera,
soy manos y pies helados,
dormilona vespertina por excelencia.

Yo soy mi nombre y más,
Soy mitad terrestre y mitad de un mundo desconocido,
Renunciadora de etiquetas.
Exploradora de alternativas.
Implacable en la búsqueda de mi significado en este plano.

Corredora maratónica ante lo que supone esclavitud.

Soy feminista en construcción, 
estudiante del amar bonito,
porque sí, creo y soy adicta al amor.
Intolerante a la competencia, 
admiradora de otras mujeres.
Incapaz de combatir contra las de mi propia especie.

Soy estabilidad y transformación,
Mezcla de realidad y ensoñaciones.
Creyente fiel de la horizontalidad.
Protestante de la jerarquía
y la lucha de poder.

Emancipada a ceder.
Adicta a la crisis como elemento de metamorfosis. 
Mi elemento: el agua,
Mis ecuaciones: las sumas y las multiplicaciones.
Mi bebida: el vino, y el café.
Mi alegría: descubrirme, 
desconstruirme y volverme a construir,
Mi necesidad: vivirme libre y saber libres a quienes amo.





necesidades

Necesito escribir y escribir
juntar la letra y la lágrima.
Limpiarme,
saberme agua, llovizna y tormenta.
Necesito escurrirme el dolor,
el apego
el cansancio

Necesito dejarme ser yo,
verme tendida en el centro de la tierra
en posición fetal;
abrazarme, sostenerme.

Quiero llorar y patalear,
gritarle a la madre tierra,
a la wicca, a las runas, al horóscopo
¿por qué?
¿por qué me sanas y luego me hieres?
¿qué clase de pruebas me ocultas?
¿qué intentas enseñarme?

Me das y me quitas.
Me dejas perderme en el otro,
pero luego me obligas a perder al otro
para volverme a hacer semilla.

En fértil germen me has convertido,
aunque cómo me duele darme vida.


Decir adiós, etapas de desamor de una feminista en construcción.

Lo nuestro ya se murió, está muerto desde hace unos días, pero parece que espero a que maravillosamente un soplo de vida llegue y nos reviva y la verdad es que pienso ¿Cuánto puede durar un soplo de vida, cuánto más puede retrasar el caos?
Primera etapa: Pensar y repensar, cuestionarme hasta en el baño.
Hice mentalmente una lista de pros y contras, me pregunté qué me ofreces, qué te ofrezco yo, qué me gusta de ti, de qué estoy enamorada y no llegué a mucho. Me quedé en blanco. Me gusta tu presencia en mi vida pero ese enjambre emocional, no es bueno.
Segunda etapa: engañarme, hacer caso omiso a las señales.
Pensar que algo nos revivirá, que va a cambiar, que maravillosamente de un día para otro me va a querer como merezco.
Tercera etapa: diarrea emocional
La peor de todas. Me hierven los brazos de la angustia. Me pregunto por qué, por qué, por qué. Se me escapa la lágrima inevitablemente y le lloro a los cuatro vientos porque no puedo hacer caso omiso y porque no simplemente puedo amar y ser amada.
Cuarta etapa: choque con la realidad
Aquí es cuando la realidad viene y me da un revolcón, por crearme películas de amor, por creer que con una persona no disponible emocionalmente puedo construir algo bonito, me duele física y emocionalmente. Me siento como quien sabe que la muerte es real pero aun así la ve lejana y la evita y dice, pero es que a mí esto no me va a pasar o me va a pasar en un siglo.  Esta etapa me duele porque la vida sigue, porque hay que trabajar, hay que hacer la tesis, hay que cocinar, hacer unos burpees,  ir al gimnasio, porque viene el fin de semana que me aterra. Tengo miedo, estoy aterrada y es aquí cuando recurro a mi ejército de amigas a confesarme por mis pecados; y es también aquí cuando siento una necesidad de disculparme con todo el mundo y de decir que se ha acabado, que el cuento de hadas se acabó, que no soy más un ser enamorado con brillo de luciérnaga atravesando mi cabeza.
Quinta etapa: La cabroncita
Se me sale por los poros la cabroncita empoderada y empiezo a racionalizar, brutalmente, y me consuelo y me alivio y las lágrimas se me secan y digo, está bien, mejor así, morir para renacer. Y tengo miedo pero digo, va, hay que pasarlo; no es la primera vez, ponle ganas, pasito a pasito.  Dale fin a esto.
Sexta etapa: los cinco minutos en la nube
La mujer empoderada dice, va, que tú puedes, a otra cosa mariposa y luego, escucho la tierna voz del objeto de mi malestar y digo no Patricia, no seas cruel contigo ni con él, anda que dile que sí pero no, que pueden seguir hablando, que lo suyo se acabó pero que la amistad sigue.
Séptima etapa: recriminación
¡Por qué es tan difícil maldita sea! Por qué creo que puedo si ya sé que no, hasta dónde quiero llegar, ¡no es la primera vez que pasa! No quiero conocer mi límite de paciencia, lo que quiero es ser libre y feliz.
Octava etapa: ayuda por favor
Y es aquí donde me encuentro.
y solo pienso en Rosario Castellanos ¡Que cese ya esta asfixia de respirar con un pulmón ajeno!
Continuará…


domingo, 1 de marzo de 2015

Fragmento triste de Gerard Donovan

Paré un momento ante la tumba de Hobbes y no supe qué decir o pensar. Habría dado todos los libros que tenía en la cabaña, hasta el último centavo, por verlo salir del hoyo, me las habría arreglado para olvidar el asunto. Pero no salió del hoyo, así que ése era el punto en que nos encontrábamos.

Fragmento. El inventor de palabras. Gerard Donovan. 


Me recordó tanto a mi gata. No hay día en que no me haga falta y daría todo, todos mis libros, mi poco dinero, mis letras, mis emociones para que viniera de donde sea que esté.

sábado, 14 de febrero de 2015

Locas letanías-Gabriela Mistral.


¡Cristo, hijo de mujer,
carne que aquí amamantaron,
que se acuerda de una noche,
y de un vagido, y de un llanto:
recibe a la que dio leche
cantándome con tu salmo
y llévala con las otras,
espejos que se doblaron
y cañas que se partieron
en hijos sobre los llanos!

¡Piedra de cantos ardiendo,
a la mitad del espacio,
en los cielos todavía
con bulto crucificado;
y cuando busca a sus hijos,
piedra loca de relámpagos,
piedra que anda, piedra que vuela,
vagabunda hasta encontrarnos,
piedra de Cristo, sal a su encuentro
y cíñetela a tus cantos
y yo mire de los valles,
en señales, sus pies blancos!

¡Río vertical de gracia,
agua del absurdo santo,
parado y corriendo vivo,
en su presa y despeñado;
río que en cantares mientan
"cabritillo" y "ciervo blanco"
a mi madre que te repecha,
como anguila, río trocado,
ayúdala a repecharte
y súbela por tus vados!

¡Jesucristo, carne amante,
juego de ecos, oído alto,
caracol vivo del cielo,
de sus aires torneado:
abájate a ella, siente
otra vez que te tocaron;
vuélvete a su voz que sube
por los aire extremados,
y si su voz no la lleva,
toma la niebla de su hálito!

¡Llévala a cielo de madres,
a tendal de sus regazos,
que va y que viene en un golfo
de brazos empavesado,
de las canciones de cuna
mecido como de tallos,
donde las madres arrullan
a sus hijos recobrados
o apresuran con su silbo
a los que gimiendo vamos!

¡Recibe a mi madre, Cristo,
dueño de ruta y de tránsito,
nombre que ella va diciendo,
sésamo que irá gritando,
abra nuestra de los cielos,
albatros no amortajado,
gozo que llaman los valles!
¡Resucitado, Resucitado!

Destino

Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.

El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.

¡Ah! pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.

El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
- antes que lo devoren -  ( cómplice, fascinado )
igual a su enemigo.

Damos la vida sólo a lo que odiamos.


 Maravilloso texto de Rosario Castellanos, uno de tantos. Que cese ya esta asfixia de respirar con un pulmón ajeno! 


Desamor


Me vio como se mira al través de un cristal
o del aire
o de nada.

Y entonces supe: yo no estaba allí
ni en ninguna otra parte
ni había estado nunca ni estaría.

Y fui como el que muere en la epidemia,
sin identificar, y es arrojado
a la fosa común.


Rosario Castellanos 



sábado, 10 de enero de 2015

Sábado-Alfonsina Storni

Me levanté temprano y anduve descalza
Por los corredores: bajé a los jardines
Y besé las plantas
Absorbí los vahos limpios de la tierra,
Tirada en la grama;
Me bañé en la fuente que verdes achiras
Circundan. Más tarde, mojados de agua
Peiné mis cabellos. Perfumé las manos
Con zumo oloroso de diamelas. Garzas
Quisquillosas, finas,
De mi falda hurtaron doradas migajas.
Luego puse traje de clarín más leve
Que la misma gasa.
De un salto ligero llevé hasta el vestíbulo
Mi sillón de paja.
Fijos en la verja mis ojos quedaron,
Fijos en la verja.
El reloj me dijo: diez de la mañana.
Adentro un sonido de loza y cristales:
Comedor en sombra; manos que aprestaban
Manteles.
Afuera, sol como no he visto
Sobre el mármol blanco de la escalinata.
Fijos en la verja siguieron mis ojos,
Fijos. Te esperaba.





Bueno, no hay nada que decir. Hoy es sábado.

jueves, 1 de enero de 2015

Sin ti

Sin estómago, sin corazón, sin mano derecha, sin sol, sin nubes, sin estrellas. 
Te extraño tanto.
Me dueles. Me duele. Me duele esta noche. 
Tu ausencia me bloquea la vía aérea, 
Inhalo tu recuerdo y al exhalar me ahogo de nostalgia.

Cierro los ojos y te siento cerca
Tu lengua húmeda y tibia sobre la mía 
En una danza rugosa de papilas gustativas 
Todavía siento el calor de tu aliento
El tacto de tus pestañas en mi mejilla 
Tus manos buscando las mías bajo la almohada 
Tu dolor. Mi dolor. Nuestra angustia por prolongar el momento.
El infierno y el cielo en un mismo lugar.
Todavía siento la humedad en mi muslo 
El temblor de tu pecho, del mío.
Mi vientre resbaloso y anhelante.

Todavía, algunas veces, veo venir a la mañana amarilla 
Siento mis dedos levantarse para rascar tu espalda 
Siento aproximarse el chiste matutino
La pregunta necesaria ¿qué desayunamos?
Todavía veo clara la hora en el reloj de la mesita,
Y los minutos pasar entre besos hambrientos.
Todavía, algunas veces, siento que camino a tu lado
Que pisamos los cuadros del empedrado juntos
Que alimentamos mariposas 
Que comemos rosas, romero y vainilla. 

Todavía y casi siempre me lamento. Me haces falta. Me quitas tanto que me dejas ciega, 
me taladras la cabeza, la pierna, las tripas.
Me dejas sin cena, sin desayuno,
Sin tardes anaranjadas, sin nieves azules, sin canto.
Me dejas sin baile, sin reloj, sin esperas ansiosas,
sin el año viejo, sin el terciopelo de tu espalda,
sin tu amor diciendo buenos días.

Me quedo con un nudo en la garganta y más abajo,
Con diarrea emocional, 
Con una almohada que no me reconforta,
Que no dice hasta mañana.
Me quedo dudando si mañana estaré curada, 
Si el ladrido lejano es una eficiente medicina
Si en la noche, en el cansancio, en el agua salada 
Sanaré de esta enfermedad. 
Son tal altas las olas de este mar.


Matus.