sábado, 2 de diciembre de 2017

Deseo es una bella palabra

Qué es la piel sin la caricia
y el cuerpo sin el deseo,
inútil depósito de sangre y huesos.
Y el deseo:
impulso que surge de la mente
aparentemente libre,
sustancia sin forma
contaminada por la historia universal.
Y qué camino sigue ese deseo,
en dónde se incrusta sino en el cuerpo,
propio o ajeno.
Cuando lo propio no es suficiente,
porque cansa, porque aburre,
por misteriosas reacciones alquímicas;
surge la incesante cruzada.
La búsqueda de otro cuerpo.
Y así comienza
la tensión que no puede contenerse
porque explota la sed miserable,
que en oposición a la tesis de Villaurrutia,
nunca acabará,
porque una no puede ser sin la otra.

Patricia Matus

Peligro

I
Se me incrusta en la carne
la luna decembrina
que me exige pensarte
para poder escribir.
II
El pseudoamor
tiene un periodo de incubación
de diez horas.
III
La sintomatología se exacerba
en días helados de luna llena.
IV
Experimento la sublime maldición
de querer, extrañar y necesitar
un espacio corpóreo
en el que nada hay.
V
¿Existe una cura?
Patricia Matus.

viernes, 14 de julio de 2017

amo-r

No querer
Desquerer
Desaprenderte
Desprenderte
Des-soñarte
Des-pensarte
Despertarme

Qué tendrá este viento que recuerda tu nombre.
Revive en mi cabeza la imagen de las noches, 
en aquella casa y en la cama que no es mía, 
que nunca lo fue.

Qué tiene este viento que te veo a mi lado, 
con el cuerpo girado al lado contrario,
Y yo, mirando el reloj sobre el cesto,
Insignificante imagen que no desaparece,
que dicta una hora que no alcanzo a distinguir.

Cuántos minutos desde aquellos días, 
cuántos años...
La memoria recoge lo innecesario.

En algún fragmento, axón o dendrita,
se quedó, no tu cara, ni tu tacto,
sino aquella habitación,
la tele en frente con su repetida y estúpida programación, 
la supremacía Bourne.

La ropa que tal vez toqué y quité.
un grupito de elefantes colgados en el baño,
un portón blanco,
una persona con manos grandes, 
lejana, ajena, 
emitiendo palabras que jamás entendí.

Ahí estoy yo con otro cuerpo, 
pero yo al fin, 
buscando quién sabe qué...

Allá me veo,
a los pies de un amo-r que detesto.

Allá te veo, 
desconocido, superior,
ahogando mi voz en tu oído indiferente.

Allá te veo, 
en un mensaje que no se siente en otro lado 
que en la vibración del teléfono;
En la desesperación que llena mi pecho 
y que nunca había sentido.

Allá te siento, 
en la angustia y en la liberación 
que acarrea tu partida,
vencida por ti.
Porque no me escuchaste antes,
porque había reclamo
porque había rabia, dolor y partida 
también de mi lado.

En fin, en alguna conexión mielínica 
te habrás quedado, 
que este viento recuerda tu nombre, 
que siento la vieja voz silenciada 
desgarrar mi pecho 
cada vez que una imagen que contiene algo tuyo
me atraviesa.

Dónde habrá quedado el relojito, 
quizás sobre otro cesto 
en una nueva casa, 
junto a otro cuerpo que mira hacia ti.

Patricia Matus