No querer
Desquerer
Desaprenderte
Desprenderte
Des-soñarte
Des-pensarte
Despertarme
Qué tendrá
este viento que recuerda tu nombre.
Revive en mi
cabeza la imagen de las noches,
en aquella casa y en la cama que no es mía,
que
nunca lo fue.
Qué tiene
este viento que te veo a mi lado,
con el cuerpo girado al lado contrario,
Y yo,
mirando el reloj sobre el cesto,
Insignificante
imagen que no desaparece,
que dicta una hora que no alcanzo a distinguir.
Cuántos
minutos desde aquellos días,
cuántos años...
La memoria
recoge lo innecesario.
En algún
fragmento, axón o dendrita,
se quedó, no
tu cara, ni tu tacto,
sino aquella
habitación,
la tele en
frente con su repetida y estúpida programación,
la supremacía Bourne.
La ropa que
tal vez toqué y quité.
un grupito
de elefantes colgados en el baño,
un portón
blanco,
una persona
con manos grandes,
lejana, ajena,
emitiendo palabras que jamás entendí.
Ahí estoy yo
con otro cuerpo,
pero yo al fin,
buscando quién sabe qué...
Allá me veo,
a los pies de un amo-r que detesto.
Allá te veo,
desconocido, superior,
ahogando mi
voz en tu oído indiferente.
Allá te veo,
en un mensaje que no se siente en otro lado
que en la vibración del teléfono;
En la
desesperación que llena mi pecho
y que nunca había sentido.
Allá te
siento,
en la angustia y en la liberación
que acarrea tu partida,
vencida por
ti.
Porque no me
escuchaste antes,
porque había
reclamo
porque había
rabia, dolor y partida
también de mi lado.
En fin, en alguna
conexión mielínica
te habrás quedado,
que este viento recuerda tu nombre,
que
siento la vieja voz silenciada
desgarrar mi pecho
cada vez que una imagen que
contiene algo tuyo
me atraviesa.
Dónde habrá
quedado el relojito,
quizás sobre otro cesto
en una nueva casa,
junto a otro
cuerpo que mira hacia ti.
Patricia Matus